26-10-2022
Marina Maggi
Durante los días 20, 21 y 22 de octubre se desarrolló el reconocido Festival Internacional de Poesía de Rosario. Esta edición, especial por ser su 30avo aniversario, contó con invitados nacionales e internacionales de amplia trayectoria. Entre ellos, el joven autor italiano Riccardo Frolloni (Macerata, 1993), quien desarrolló una serie de actividades dentro y fuera del ámbito del Festival.
El jueves 20 por la tarde, Frolloni presentó en la Escuela “Dante Alighieri” de Rosario una clase conversada en torno a los vínculos entre el lenguaje juvenil y la poesía. Esta clase fue organizada por el Consulado General de Italia en Rosario en el marco de la XXII Settimana della Lingua Italiana nel Mondo (cuyo argumento este año es ““L’Italiano e i giovani. Come scusa? Non ti followo”), con la colaboración del Festival. Moderada por la periodista Pau Turina, acompañada por su colega María Noel Do —quien ofició de intérprete y comentarista—, la conversación abordó interrogantes medulares que hacen a la recepción y renovación de la poesía italiana. Entre las lúcidas preguntas que puso en juego la moderadora y que el poeta retomó con tenacidad crítica y elocuencia, se destaca aquella que aborda la problemática de la lectura entre los jóvenes. Sobre el lugar común que afirma que las nuevas generaciones leen poco o nada, Frolloni recordó que, merced a las redes, hoy en día se lee más que nunca, y que es necesario volver sobre las exigencias expresivas concretas de los protagonistas y las condiciones que imprimen los nuevos soportes digitales a la comunicación, si se desea comprender los cambios que está sufriendo la circulación de los textos poéticos. Entre los autores mencionados para dar cuenta de la potencia renovadora que palpita en ciertos textos consagrados que integran la currícula escolar italiana, se encuentran Dante y Pasolini. Sus obras exhibirían, según los sustanciosos ejemplos presentados, neologismos y giros inventivos que transformaron el statu quo de lengua literaria e impactaron en las formas de representación de los sufrimientos y avatares de la vida cotidiana.
En el marco de la “Settimana della Lingua Italiana”, el día viernes 21 Frolloni ofreció una clase magistral, organizada exclusivamente por el Consulado y realizada en su sede, abocada a la poesía joven de su país. Uno de sus ejes fue la relación de las nuevas escrituras con la tradición poética nacional. Sobre este punto, el conferencista sugirió que habría un tratamiento estético novedoso de tópicos y problemas ya presentes en el material que el canon pone a disposición. Como ejemplo, trajo a colación que el amor stilnovista de Dante, la anécdota de su trance erótico-espiritual cuando divisa a Beatrice, puede pensarse como un locus que se reinventa a la luz de la instantaneidad de las redes sociales: el like de Facebook o Instagram se harían eco, con modulaciones más efímeras, de ese rapto amoroso “a primera vista”.
La noche del viernes, el poeta adelantó en la trasnoche poética del Festival tres poemas de su reciente ópera prima Corpo striato (2021). Se trata del primer libro del autor, que interroga el retorno fantasmático al hogar familiar a raíz de la desaparición del padre. Esta lectura, que dejó al público cautivo, precedió su intervención principal, que tuvo lugar en la mesa de cierre del Festival, el día sábado. Esta mesa contó con la presencia de otras dos figuras eminentes: la italiana Gigliola Zecchin (conocida como Canela) y el escritor argentino Osvaldo Baigorria. Las resonancias entre las tres recitaciones fueron asombrosas.
La poesía de Canela observa, con finura y candorosa inteligencia, que la plenitud de una pasión se juega en su imprudencia, que la fiera dulzura de una vida es irreductible a los relatos fáciles, edulcorados. En ella todo es umbral, sol a punto de salir de entre las nubes, promesa de una belleza auténtica, que nos visite con sus propios cantos enjoyados, sin entregársenos. Luego de este oleaje musical, del que quedó sobrevolando un desafío espiritual al pensamiento —que dispone que hay amores que son más fuertes incluso que la felicidad—, Frolloni comenzó su lectura, acompañada de las traducciones de Mattia Tarantino y Antonio Nazzaro. Los cinco poemas presentados en esta ocasión se internan en el aire de la casa paterna, transmutado a raíz del retorno impensado, e inician un tránsito fantasmal por el paisaje de montaña, ámbito natal que se densifica en sueños y relatos familiares. La dulzura de la voz cobra entonces un sesgo punzante, un filo pavoroso que advierte sobre la intransigencia del recuerdo —su negativa a renunciar a las zonas oscuras, al peligro de la infancia, incluso ante la pérdida—. “Movimiento X” finaliza con el siguiente verso, que condensa el impacto que sobre el público tuvo esta lectura: “Porque viviendo siempre hay viento”. Como el soplo inesperado de la vida, como el temblor subrepticio de la aventura, su escucha caló profundamente. Cuando a continuación le tocó su turno, con magistral sencillez y ambivalente ligereza (tono cuya inteligencia anunciaba ya su texto por-venir, en el que los presentes entramos como a se entra al mar, con una respiración atenta al embiste de lo desconocido), Baigorria explicó que, sin ponerse de acuerdo, ambos autores habían tocado el mismo acontecimiento: la muerte del progenitor. La pieza inquietante y maravillosa que compartió con el público consiste en un extenso poema que le presta su cuerpo al silencio final, para que este comience a decir, a bocanadas, una historia zigzagueante, trunca, ocurrente: la suya, la de quienes le sucedieron, la de muchos. Los vientos de Baigorria son otros: los de la llanura, que empujan y desgreñan las siluetas de los apenas-arraigados, los fantasmas que hicieron de la tierra infinita el sitio de un porvenir rudimentario. La danza de sus versos dibuja una trampa apodíctica. Esta dicta que, para que la verdad sea oída, hay que aprender a mentir.
El cierre del Festival nos dejó una fascinación agridulce por la intransigencia del amor. Su estancia media y encrucijada fue la poesía de Frolloni. Esta corre el riesgo de la caída difícil, aquella que no esquiva la desgracia, pero no reposa en la tragedia. Su poemario aloja la morosa peregrinación del recuerdo, sin señorío sobre lo perdido, en pos del legado paterno: las imágenes son acometidas en su vacío sustancial, su corazón de nada, para decir los riesgos y los palpitantes deseos que sobrevuelan el final, como lo hace una ráfaga de sol sobre la insoportable blancura de la nieve.
La editorial Le Pecore Nere comenzará a gestionar la traducción de Corpo striato. Mientras tanto, pueden encontrarse poemas de Frolloni en la revista Buenos Aires Poetry.
Crédito de la foto: FIRP 2022